ARDE LUCUS 2007

El Arde Lucus de este año se celebró durante los días 8, 9 y 10 de junio. El programa que fue presentado por el Concello unos días antes nos mostraba que el evento de este año estaba repleto de actividades, de las cuales algunas ya eran clásicos de esta fiesta y otras serían totalmente novedosas. El Arde Lucus arrancó ya el día cuatro con la apertura de la exposición de armas y gladiadores en el centro Uxío Novoneira.

El día 7 fue la inauguración del conjunto escultórico titulado “Arco del Triunfo”, que alcanzaba los tres metros de altura y en torno a unos trescientos kilos. La obra era de bronce fundido a la cera, las figuras medían aproximadamente dos metros de altura y representaban a Paulo Fabio Máximo y a César Augusto, los fundadores del Lucus romano, portando varios documentos: el que atestiguaba la propia fundación, un plano de la ciudad y una maqueta de la muralla. El gran tamaño de la obra y su colocación sobre un pedestal de un metro provocó que la instalación de esta se prolongase durante buena parte de la mañana bajo la atenta mirada de su creador, el escultor Ramón Conde. El artista había participado en el concurso convocado por el organismo municipal, dentro de la campaña “Lugo, ponte bonito”, al que concurrieron tres trabajos de diferentes estilos. El jurado encargado de seleccionar la obra ganadora valoró el poder figurativo de la composición de Ramón Conde, que tenía como título “Arco del Triunfo”. El premio para el ganador consistía en el encargo de la obra por un precio máximo de ciento tres mil euros.

El jurado estuvo integrado por el alcalde, José López Orozco, la delegada de Cultura y Turismo, Concepción Burgo, el vicerrector del campus lucense, Carlos Herrero, el ingeniero municipal, un representante de cada grupo político que integra la Corporación y sendos representantes del Colegio Oficial de Arquitectos y de la Escuela de Artes y Oficios. El alcalde manifestó, al realizarse la lectura del fallo de la obra ganadora, que los tres trabajos que se habían presentado tenían un gran mérito artístico, aunque la de Ramón Conde simbolizaba mejor el homenaje que Lugo quería rendirle al fundador de la ciudad.

La ubicación de la escultura dentro de la ciudad fue un tema bastante debatido, de hecho, se ensayó con las piezas ya realizadas en varios enclaves, pero tanto el alcalde como el escultor estuvieron de acuerdo en que el lugar elegido para colocar la obra debía tener una carga simbólica notable. Por eso, la ubicación elegida fue al fondo de la plaza Mayor, mirando a la calle Obispo Aguirre, ya que es una de las puertas de la muralla más transitada, la cual une a la urbe antigua con la nueva. Además, también se encontraba entre la catedral y el Concello, dos escenarios esenciales de la ciudad. También declaró que el organismo local había estado evaluando la posibilidad de adquirir la segunda obra más votada en el concurso, que era de Leandro Seixas, para su ubicación en otra parte de la ciudad.

Ramón Conde, reconocido escultor de origen orensano, cuenta con obras en las principales ciudades gallegas y en Lugo también hay una de sus esculturas dedicadas a Ánxel Fole. Él había presentado su obra al concurso convocado el año anterior por el Ayuntamiento y del que había resultado ganador frente a las propuestas presentadas de Leandro Seixas y José Ángel Merino. Estas, mucho más conceptuales, fueron descartadas porque no quedaba claro cuál era el objetivo de la pieza que se requería: homenajear a los fundadores en el momento de la entrega. El alcalde, José López Orozco, en una de sus visitas para ver cómo iba la instalación, comentó que esta era una deuda que tenía la ciudad con su fundador una vez que se había reconocido su importancia como capital de la antigua Galicia. Orozco, que ya había visitado el taller que el artista tiene en Santiago de Compostela para ver cómo iba la obra, manifestó encontrarse muy satisfecho con el resultado de esta.

Cuando se le preguntó al escultor sobre su obra, él dijo que optó por hacer un arco del triunfo porque es la forma más representativa de la cultura romana y señaló que concibió la escultura como un túnel del tiempo. En ella se recrea la imagen del fundador, Paulo Fabio Máximo, del que no había constancia que estuviera en Lugo, pero fue quien decidió crear la ciudad. De la escultura dedicada a Augusto, el escultor subrayó que incluye su imagen como un dios, aspecto retratado a través del símbolo que exhibe en su mano, y detalló que a la hora de tallarlo tuvo en cuenta la estatua del emperador de la primera puerta, especialmente en la vestimenta. Respecto a la escultura de Máximo, su simbolismo reside en las piezas que empuña en su mano: el pliego de la fundación de Lugo y el plano arqueológico del enclave, que sostiene a medias con Augusto.

El jueves también tuvo lugar el desfile de los participantes en los concursos, pero la verdadera fiesta dio comienzo el viernes día ocho con la inauguración del Macellum (mercado), que este año estrenaba nueva ubicación, ya que estaba instalado en la plaza Mayor. De esta forma, la concejalía de Juventud pretendía que el mercado romano quedase integrado en el grueso de las actividades del programa, como lo eran el pregón o la venta de esclavos. La concejala de Juventud llegó a la plaza Mayor vestida de romana para inaugurar oficialmente el mercado e iba escoltada por dos personalidades antagónicas. A un lado tenía al regidor municipal y del otro lado a Baco, dios del vino y la fiesta. En su discurso de inauguración dijo que se sentía muy satisfecha porque cada año que pasaba era mayor la participación de la gente que acudía y que se vestía para formar parte de los festejos. También quiso destacar la labor de los cuatro mil voluntarios que este año respondieron a la llamada de la organización ya que sin ellos esta fiesta no sería ni un éxito, ni tampoco posible. Según las palabras de Rosana Rielo, la proyección del Arde Lucus ha sido mayor en cada nueva edición, pero que todavía quedaba mucho y que esto todavía era el comienzo.

El macellum ofreció este año una gran variedad de puestos, desde artesanía en barro, en plata y piel, hasta jabones artesanos y originales pinturas. Se pudo adquirir cuadros con el nombre grabado en árabe, hacerse una trenza de cuero en el pelo o tomar en una típica jaima una taza de té al precio de dos euros. También hubo una gran oferta culinaria, ya que se podía adquirir desde quesos y embutidos hasta una gran variedad de dulces y, si por casualidad empezabas a sentir hambre, tampoco era necesario desplazarse porque había un puesto de kebabs y una pulpería. Entre los puestos más destacados había uno dedicado a la venta de armas y escudos propios de la época del imperio romano. Tanta fue la expectación que causó, que más de un visitante trató de negociar con el dueño el alquiler de alguno de los objetos que allí tenia, pero no tuvieron éxito. También se pudo adquirir la popular rosa de Jericó al precio de doce euros, que según se comentaba tiene varios usos mágicos. Uno de los más destacados es que tiene la propiedad de bendecir y proteger las casas, aparte de atraer la suerte, el dinero y la fortuna en los negocios. Aparte de eso también podías obtener todo tipo de hierbas curativas.

Uno de los campamentos abrió sus puertas al público sobre las seis de la tarde en el Carril das Estantigas con programación propia. El otro, que era un campamento romano, y base de la nueva asociación creada este año,  la COHORS III LUCENSIUM, estuvo instalado frente al consistorio y estaba formado por cincuenta hombres, que llevaban meses preparándose para formar una nueva centuria. Desde ese mismo lugar se hicieron varios desfiles por las calles del centro histórico de la ciudad.

Los más pequeños pudieron aprender sobre el funcionamiento de los juegos romanos, que en otros tiempos entretuvieron y divirtieron a tantos niños, e incluso pudieron participar en ellos. Un total de ocho monitores de la Concejalía de Juventud estuvo investigando y preparando todos estos juegos durante un mes. A base de estudiar, mirar archivos y buscar por la red consiguieron preparar ocho juegos que sirvieron para sorprender a todos los niños que se acercaron al lugar. Los juegos que presentaron fueron: la pelota romana, el nummum iactare (se jugaba con monedas y dos equipos); musca aenea (juego de la gallinita ciega). El jugador que se la queda se le tapan los ojos con una venda y grita: ¡Yo cazaré la mosca de bronce! Los otros jugadores se separan e imitan el zumbido de una mosca. El duplum molendium, que es un tablero de cuatro en línea en el que participan dos jugadores, cada uno tiene cuatro fichas. Ambos van poniendo una ficha en cada turno para completar los cuatro en línea. El harpastum, en el que se forman dos equipos de tres jugadores. Se hacen dos rayas en el fondo del campo y una raya central. El juego consiste en evitar que la pelota traspase las rayas del fondo. La pila trigónica, que es más pequeña que la pila paganica, aunque más dura. Como su propio nombre indica, participan tres jugadores dispuestos en un ángulo. Se lanzan la pelota sin errar en el lance y sin detenerse. Se emplea rapidez y fuerza, pues se trataba de que el contrincante falle. El talus (las tabas), que consisitía en huesos de oveja, cabra o patas de cordero que eran utilizadas en grupos de tres a cuatro, de forma muy similar al juego de los dados, utilizando cubiletes para evitar trampas y, por último, el mikado, en el que se utilizaban palitos.

Este año, por segunda vez, se volvió a celebrar detrás del hospital Nosa Señora dos Ollos Grandes la expugnatio (toma de la ciudad), uno de los platos fuertes de la jornada. En la madrugada del viernes, un grupo de guerreros celtas trató de utilizar una noche de excesos en la que los soldados romanos habían estado celebrando el solsticio de verano para hacerse con la ciudad, pero ni por esas lo consiguieron. La muralla fue inexpugnable.

El sábado, el pregón fue dado por el César (José Piñeiro), en el cual pidió a los presentes tolerancia y respeto. Acabado el discurso, el palco de la plaza Mayor albergó el nombramiento de los principales personajes de la fiesta, entre los que se encontraban por decir alguno: Baco, dios del vino; Neptuno, dios de los océanos y la diosa de la tierra, Gea, así como los centuriones que escoltaban al emperador romano y que imperturbablemente aguantaron la lluvia que cayó durante el acto. El César y su comitiva realizaron también una ofrenda a los dioses del Olimpo que consistió en varias cestas con todo tipo de legumbres. El Civis Honoris de este año fue para la druidesa Fedelma, encargada durante las fiestas Arde Lucus de realizar las bodas celtas año tras año. Y acabado el acto el César abandonó el lugar dando por inaugurados los festejos.

Una de las novedades de este día fueron las bodas romanas en las que varias parejas se animaron a realizar la ceremonia, estas fueron hechas por especialistas en reconstrucciones históricas. En la plaza de Santa María los miembros de la fundación Anade recrearon una aldea gala. Para ello, se vistieron para la ocasión y recrearon un asentamiento de la época. Y para que no faltara el toque de humor, recrearon al público allí asistente, con un debate preelectoral televisado entre Asterix Orozco y Obelix Clementix, aspirantes a gobernar una aldea gala, con el que quisieron que tanto los foráneos como los visitantes pasaran un buen rato.

La lluvia no consiguió aguar la fiesta. Un ejemplo de ello fue el espectáculo del circo romano. El numeroso público que allí se reunió sufrió la intensa lluvia sin moverse del sitio, solo cuando los truenos empezaron a asustar a los caballos se tomó la decisión de suspender la función. Aunque en un principio los gladiadores intentaron animar la actuación y seguir con el espectáculo, la fuerte tormenta que estaba cayendo les obligó a detener la función, ya que el público allí congregado se tuvo que retirar para buscar refugio de la intensa lluvia que caía en esos momentos. El espectáculo estuvo a cargo de los romanos: Marcus, Andros, el príncipe Mesala, Nogum, Zedreg, Corcontax y la princesa Camma. La actuación del circo se preveía que duraría sobre dos horas, aunque la realidad fue que tuvo que detenerse antes de terminar la primera hora debido a las circunstancias.  

Entre los especialistas que realizaban estos eventos se encontraba el actor y en esos momentos, auriga del Arde Lucus, Óscar Mayer. El actor empezó a hacer teatro a los diecisiete años con un grupo de amigos y cuando tenía veinte entró en el Centro Dramático Nacional. Desde ese momento nunca ha dejado de trabajar. Ha aparecido en varios capítulos de la serie “Aquí no hay quien viva”, actuó en uno de los anuncios que hizo Fernando Alonso, en teatro hizo la obra “Alguien voló sobre el nido del cuco”, el documental “Nacimiento de una pasión” y en el cine la película que todavía en ese momento se encontraba en cartelera “Miguel y William”. En el Arde Lucus estuvo como especialista, ya que cuando hace seis años conoció a Legend Especialistas, que se dedicaban a la animación y a los espectáculos de época, se unió a ellos porque era algo que siempre había querido hacer. Recrearon circos romanos, torneos medievales, las embajadas de moros y cristianos y el Oeste. Intentaron que todos sus espectáculos tuviesen el mayor rigor histórico posible. Para poder hacer bien su trabajo, él tuvo que aprender esgrima profesional, montar a caballo y también a conducir una biga en las carreras y poder participar en los desfiles de la ciudad. A los especialistas les gusta mucho venir a Lugo porque siempre son muy bien acogidos, aunque también les hacen trabajar mucho.

La noche acabaría con la quema de la muralla, la venta de esclavos, el “Correlume”, conciertos y una gran queimada, en la plaza Mayor, a la que asistieron numerosos invitados y que se prolongó hasta la madrugada. Los asistentes al evento recibieron como regalo la taza donde se habían bebido el brebaje que limpiaría sus cuerpos y purificaría sus almas.

El domingo, última jornada del Arde Lucus, continuó la programación y hay que destacar la inauguración de las olimpiadas. A esto hay que añadir todas las actividades y espectáculos que ya son un clásico en esta fiesta Arde Lucus. Sobre las seis de la tarde, Ilusión-Arte fue la encargada de escenificar el Nasciturus y media hora más tarde dieron comienzo los juegos romanos. La asociación Hipócrita Teatro celebró una despedida en la plaza do Cantiño, con una representación en la que se simulaba la decisión que habían tomado los dioses sobre el futuro de la ciudad, ya que se tenía que evitar el “Die Irae”.

El balance de este año fue muy positivo, se superaron todas las expectativas y se batieron todos los récords de asistencia. Según los datos que dio a conocer protección civil, en estas fiestas se congregaron doscientas cincuenta mil personas en la ciudad de todas partes de Galicia y también de otras partes de España (Andalucía, País Vasco, Cataluña, Madrid…) y no faltó algún extranjero que se perdió en otra época al pasar las puertas de la ciudad. Se puede decir que el Arde Lucus es una fiesta consolidada y que año tras año va ganando un gran número de adeptos.

Este año también fue la despedida de Rosana Rielo, concejala de Juventud, ya que el resultado de las elecciones la dejó sin puesto en la corporación al ocupar en las listas el número trece y obtener su partido doce ediles. Debido a ello, fue mucha la gente que se preguntó por lo que iba a pasar con la fiesta Arde Lucus después de su marcha. Ella manifestó que esta no es una fiesta del Concello, sino que es una fiesta de la ciudad, que sea quien sea el que se haga cargo de esta fiesta la hará seguir creciendo en todos los aspectos, porque el público responde al cien por cien en este evento. Y aunque las despedidas son tristes, Rosana Rielo se pudo marchar con la satisfacción de que se le atribuye el mérito de haber consolidado la fiesta del Arde Lucus.

Entre algunas quejas o críticas que hubo en este Arde Lucus está la de Antonio Rodríguez Colmenero, arqueólogo y profesor de historia que cooperó con la idea de proporcionar a la ciudad una estatua de su fundador, ya que se mostró incisivo con el trabajo final de la obra. Según sus propias palabras, la entrega que le hizo César Augusto a Paulo Fabio Máximo del plano de la ciudad para su creación era lo rigurosamente histórico y, a su forma de ver, dicha escena no se reflejaba en la obra final. Él no ponía en duda la valía de la persona que la realizó, ya que es un gran escultor, pero también cree que lo de hacer un arco del triunfo es una versión libre muy diferente a la real. También consideraba que sería muy satisfactorio que el Arde Lucus valiese para que la gente adquiriese un mayor conocimiento sobre el origen de la ciudad y de las culturas que la conformaron, pero que, sin embargo, no sería bueno mitificarla y sacarla de su contexto real. Rodríguez Colmenero recordó que Lugo seguía teniendo una cuenta pendiente, es decir, la construcción de un museo romano.