ARDE LUCUS 2005

La fiesta romana Arde Lucus está más consolidada cada año que pasa y ha convertido a Lugo en un referente en el ámbito de Galicia. Así lo comunicaron pocos días antes de iniciarse las fiestas el alcalde, José López Orozco y la concejala de Juventud, Rosana Rielo, en la presentación del programa de dichas fiestas, las cuales se celebraron ese año durante los días veinticuatro, veinticinco y veintiséis de junio. Aunque en los folletos ya se incluyó la fiesta infantil romana que se celebró el día diecisiete en el centro comercial As Termas. Este año fueron en torno a mil doscientos los voluntarios que colaboraron en la fiesta y que tuvieron listos sus trajes para participar activamente en el evento. Para animar a otros lucenses a que se vistiesen y viviesen estas fiestas al máximo, el Ayuntamiento organizó en la plaza Mayor, desde principio de mes hasta el sábado inclusive, un taller de confección de trajes, en el que se podía conseguir la tela, adornos y ayuda de una modista para hacer los patrones. El Concello adquirió alrededor de cuatro mil quinientos metros de tela para atender la demanda y logró con ello que el número de voluntarios fuera cinco veces mayor que los del año anterior.

La inauguración de los actos se inició el día veinticuatro a las cuatro de la tarde con la apertura del Macellum (mercado), que estuvo instalado entre las plazas de Armañá y de La Soledad. En esta edición estuvieron presentes unos veinte artesanos. Licores, marroquinería o bisutería son algunos de los productos que se exhibieron en el mercado romano, que permaneció abierto durante todo el fin de semana. El domingo, el mercado romano coincidió con el rastro dominical en la plaza de La Soledad, donde se concentró la mayoría de la gente hasta las primeras horas de la tarde. El viernes, en este mismo lugar, se realizaron talleres de malabares, percusión y globoflexia y una sesión de cuentacuentos. A esas horas todavía no se veía mucha animación en las calles, ya que los lucenses aún no se habían puesto sus trajes de romanos, pero cuando la primera biga salió a recorrer las calles del centro histórico, la ciudad de Lugo se empezó a sumergir de nuevo en su historia y a revivir su pasado romano.

Durante la tarde de ese día se concluyó la instalación del campamento romano. Este estuvo situado entre la Rúa Nova y el instituto Xoán Montes. Se montaron cuatro tiendas, alrededor de las cuales se recreó la vida de las legiones. También se instruyó en el arte de la guerra, donde los legionarios recibían sus órdenes en latín y se montaron espectáculos como el tiro con arco, prácticas de equitación, manejo de carros romanos y de armas de la época. Ya entrada la noche, sobre las once y media, un grupo de legionarios salieron del campamento para recorrer las calles y hacer demostraciones de instrucción militar. La mirada retrospectiva alcanzó también a la vida de las antiguas poblaciones autóctonas del lugar y por eso también se recrearon, en la plaza del Campo, la ceremonia de los nascituros celtas (bautizos), a cargo del grupo Ilusión-Arte. Y en medio de tanta recreación histórica también hubo tiempo para el teatro en la plaza de O Cantiño, como colofón del primer día de fiesta.

El sábado, las previsiones se quedaron cortas y Lugo fue un clamor de gente. Acudieron a esta cita festiva personas de toda Galicia y de otras partes de España. Para entrar este día al casco histórico era necesario tener un pase. Las puertas de la muralla se convirtieron desde las diez de la mañana hasta las dos y media de la tarde en fronteras, de tal manera que los ciudadanos tenían que superar una prueba para poder acceder al recinto amurallado. El juego fue una forma de que ya desde el primer momento todo aquel que acudía a la fiesta se sumergiese o involucrase en el ambiente que iba a encontrar dentro, en el casco histórico. Algunas personas tuvieron serios problemas para resolver los acertijos que les plantearon, como cuáles eran las puertas más antiguas de la muralla o la de escribir en números romanos.

La zona monumental de la ciudad estuvo abarrotada de gente. Por la mañana, la actividad se concentró casi exclusivamente en la plaza de la Soledad, donde los niños fueron los protagonistas; por la tarde, la animación se fue extendiendo y fueron muchos los lucenses que se sumaron a la fiesta vistiendo sus mejores galas romanas. Al esfuerzo de toda esta gente por recrear la historia respondió masivamente un público entregado y entusiasta durante todos los actos y según iba avanzando el día se hizo más palpable. Los espectáculos que ya son considerados como clásicos en estas fiestas fueron los más seguidos en la jornada central del Arde Lucus.

La fiesta arrancó de forma oficial con el encendido del fuego sagrado por parte del César, encarnado por el edil, José Piñeiro, y que proclamó un “Lugo está que Arde”. También en este acto se nombraron a los personajes principales y se eligió al Civis Honoris, que recayó este año en el historiador, Adolfo de Abel Vilela, que se convirtió en la primera persona que recibió dicho premio. Este fue instituido para reconocer la labor de quienes trabajan a favor del conocimiento de Lugo, de su patrimonio y de su historia. Allí presentes también estaban los dioses del Olimpo, que por un día lo trasladaron a Lucus Augusti. Así, las divinidades de la guerra, del vino, del amor, de la tierra y de las aguas se alzaron a la tribuna durante la apertura de las celebraciones, un acto en el que se recomendaba tanto disfrutar de las flechas que lanzaba el dios Cupido como cuidarse de los excesos del vino. El emperador César Augusto aprovechó la ocasión y, dando un paso de gigante en la historia, aconsejó a los allí reunidos con el lema: “si bebes, no conduzcas”.

Otro de los actos más concurridos y vistosos de esta jornada fue el circo romano. Se cree que acudieron a verlo en torno a unas cuatro mil personas. El traslado de las luchas de los gladiadores al Seminario permitió ganar espectacularidad, aunque para gran parte del público no fue fácil apreciar muchos de los lances que se realizaron con las armas o las exhibiciones a caballo, pues solo los que lograron sitio en las primeras filas o disponían de un balcón estratégicamente situado pudieron disfrutar plenamente de las luchas. A pesar de esa circunstancia, el público se entregó a la fantasía y hasta fue inclemente con los gladiadores. Solo la clemencia del César hizo que el último luchador se salvara, aunque el pueblo pidió su muerte. Ese fue el punto final para un espectáculo que se abrió con las exhibiciones a caballo de los gladiadores, sus carreras, los saltos sobre aros de fuego y los lanzamientos de lanzas, que fueron los números más aclamados. Por la arena del circo también anduvieron las bigas, que más tarde también estuvieron por la Avda. de Ramon Ferreiro haciendo exhibiciones.

En la segunda parte de la función, los gladiadores bajaron a la arena y dieron comienzo las luchas cuerpo a cuerpo que permitieron que se vieran combates con espadas y con hachas, como quizás habían hecho los antiguos habitantes de Lucus Augusti. Todas las pruebas corrieron a cargo de seis gladiadores, entre ellos una mujer, que saltaron a la arena del circo como los representantes de distintos rincones del Imperio.

Otra de las actividades a destacar fue la popular cena en la plaza de Santo Domingo, escenario de la vida social de la ciudad y en la que se reunieron muchos lucenses. En la mesa se sirvieron platos típicos de la época romana y a esta asistieron unos cuatrocientos comensales. Las invitaciones para la cena, en la noche del sábado, se pudieron adquirir en la sede de la Asociación Provincial de Hostelería y también se pudieron adquirir en el restaurante Porta de Santiago al precio de quince euros. La cena fue para muchos el inicio de una larga noche que giró en torno a un sinfín de espectáculos que se prolongaron la mayor parte de la noche.

La madrugada del domingo se inició con la quema de la fachada de la catedral, la actividad, que duró unos quince minutos, reunió a cientos de personas en la plaza de Pío XII, que no quisieron perderse ni un detalle del número. El espectáculo se desarrolló sobre una plataforma superpuesta junto al frontis barroco de la basílica y tuvo a los allí congregados totalmente absortos con el espectacular colorido de los fuegos de artificio. Terminado el espectáculo, el público se desplazó hacia otros lados, donde se celebraban otras actividades de su interés, como fue la venta de esclavos, desfiles y exhibiciones de bigas y cuadrigas, la bacanal romana de la asociación Alas, el concierto de arpas, teatro, bodas y bautizos celtas, donde fueron muchas las personas que quisieron participar en los oficios, guiados por un druida y que quedaban acreditados en un pergamino.

El domingo hubo numerosos espectáculos de animación callejera, aunque el ambiente era algo menos animado después de una noche tan larga y que algunos todavía no habían dado por terminada. Aun así, todavía hubo gente que se vistió de romano y salió a la calle para disfrutar de la última jornada del Arde Lucus. Una de las actividades más vistas ese día fue la del campamento romano, donde se podía participar en actividades como el tiro con arco o el lanzamiento de jabalinas. De hecho, fue uno de los lugares preferidos de los niños, ya que pudieron practicar con todo tipo de artilugios usados por las legiones romanas.

Por la tarde hubo un espectáculo de baile protagonizado por las alumnas del centro social María Inmaculada. También se celebraron bodas y bautizos celtas y la jornada se dio por finalizada con la actuación teatral del grupo “Nova Escena”, que representaron la obra “Lisistrana”, no recomendada para menores de edad y que formaba parte de las más de cuarenta actividades desarrolladas en Lugo durante este Arde Lucus.

La fiesta tuvo un coste de noventa mil euros, dinero que la concejala de Juventud, Rosana Rielo, considera que fue muy bien aprovechado. El alcalde, José López Orozco, confirmó unos días antes de la celebración del Arde Lucus la voluntad del Ayuntamiento de apoyar la propuesta realizada por la Asociación Provincial de Hostelería para recuperar la fiesta gastronómica en la calle para el 2006, es decir el Comilonum.  El viernes veinticuatro, la recuperación de la fiesta fue tratada durante la firma de un convenio entre el Ayuntamiento y los hosteleros. Se trató de un acuerdo en el que se estableció que el colectivo se haría cargo de la cena romana que se celebraría la noche del veinticinco en la plaza de Santo Domingo.

En el acto, el alcalde consideró que sería una medida “extraordinaria” recuperar el Comilonum, que fue organizado por primera vez durante la campaña a favor de la declaración de la muralla como Patrimonio de la Humanidad. Añadió que seria muy positivo aunar la fiesta gastronómica a la celebración del Arde Lucus. En tanto, el presidente de la Asociación Provincial de Hostelería, Cheché Real, destacó que la fiesta de recreación del origen romano de Lugo es ya conocida en el exterior, algo que considera importante.

Avanzó que en el año 2006 se regularía la colocación de barras fuera de los bares. Esto viene dado porque a principio del mes de junio, los hosteleros criticaron que no se les permitía poner barras en las calles del casco viejo en el Arde Lucus. La Asociación Provincial de Hostelería, de la que es presidente Cheché Real, difundió un comunicado mostrando su disconformidad con tal hecho y que las barras en el exterior constituyen una pieza importante para su buen desarrollo.

El día veinte de junio, Manuela Rodríguez presentó una asociación poco usual en Lugo. Se trataba de una idea que pretendía divulgar actividades relacionadas con la animación.  En ese momento nació en la ciudad una nueva asociación de tipo recreativo, cultural y formativo que se llamaría Ilusión Arte Lucus. Su presidenta es Manuela Rodríguez, una persona muy activa en estas fiestas y además, la asociación tiene como socio de honor al periodista José Areñas, en un acto que se celebró en el centro Uxío Novoneyra. Durante la entrevista que se le realizó a Manuela relató que la asociación había sido creada para dar oportunidades a los jóvenes de tener actividades en su tiempo libre y de ocio, además de tener la posibilidad de ser formados en una nueva profesión. También porque en la ciudad hay una serie de actos que necesitan de voluntarios preparados, de hecho, una de sus ilusiones sería crear un colectivo celta para lucir mejor en el Arde Lucus. En definitiva, ella cree que tienen un proyecto muy útil para la juventud. Las actividades que se quieren organizar son rutas y exposiciones, así como conciertos y espectáculos. Los socios que paguen una cuota de quince euros anuales podrán asistir gratuitamente a todos los actos y tendrán descuentos en los cursos. Con lo primero que se iba a empezar era una escuela de nuevo circo y una de azafatas, modelos e imagen. Las clases se iniciarían en marzo y acabarían en junio.