ARDE LUCUS 2004

La fiesta del Arde Lucus de este año tuvo por primera vez una duración de tres días. La concejala Rosana Rielo presentó la fiesta el 10 de junio, así como las novedades que se iban a introducir en esa edición. La celebración comenzó el día 18 de junio y finalizaron el día veinte. Las actividades se concentraron en la zona histórica y, entre las novedades que hubo ese año, podemos encontrar la quema de la fachada de la catedral y la instalación de dos campamentos junto al nuevo canil en la parte posterior del instituto Xoán Montes, uno de romanos y el otro de celtas.

La edila de Juventud, Rosana Rielo, no pudo concretar cuantas personas formarían parte de los campamentos, donde se pensaba recrear la vida de los que allí vivían, tanto de día como de noche. Lo que sí dio a conocer fue el gran número de voluntarios (unos 300) que estuvieron trabajando en la confección de los trajes de época y que sirvieron para dar a toda la zona del casco histórico el aire de una auténtica ciudad romana.

Los talleres comenzaron a funcionar dos meses antes, pero no fue hasta pocos días antes de iniciarse los festejos que se apuntó la mayoría de la gente que quiso participar. Entre ellos hubo niños y también mayores, pero gran cantidad de ellos fueron de entre treinta a cuarenta años.

La primera jornada comenzó sobre las cuatro y media de la tarde con la inauguración del Macellum, el mercado de artesanos, en el que participaron unos treinta y dos. En la plaza de la Soledad estuvieron trece y en La Tinería, los diecinueve restantes. A primera hora solo se vieron instalados dos de los puestos y hubo que esperar a que la tarde avanzase para verles a todos. La mayoría lo hizo sin vestir las ropas de época. La oferta de productos fue muy variada. También hubo muchas personas que aprovecharon el momento para visitar la feria del libro, que continuaba instalada en la parte alta de la Plaza Mayor. Sobre las diez de la noche dio comienzo la actuación de varios grupos musicales  de la ciudad en la plaza de Santa María. El grupo de folk “Verdegalla” tocó sobre la misma hora en la plaza de Santo Domingo y para los que quisieron bailar instalaron una discoteca móvil en Ángel Fernández Gómez. Fueron muchas las personas que acudieron al inicio de esta fiesta, a pesar de que el día con más actos y actividades era el siguiente.

El sábado comenzó con una ciudad de Lugo transportada en el tiempo a sus orígenes. Desde las once de la mañana hubo guardias romanos en las puertas de la muralla. El día comenzó con la recuperación de las funciones defensivas en varias puertas de la ciudad, donde hubo soldados recreando un simulacro de control de fronteras. Esto causó mucha sorpresa entre el público que quería acceder al centro histórico. La fiesta llegó a su auge ya entrada la tarde en la que el mismísimo César, representado por el concejal de Vías y Obras José Piñeiro, dio el pregón de la fiesta en el palco de la plaza Mayor. El César llegó acompañado de todo su séquito, entre los cuales había dioses como Baco o el mismo Cupido. También hubo centuriones, el jefe del campamento romano, esclavos, plebeyos y hasta druidas celtas. También formaron parte del acompañamiento del César un numeroso grupo de Xinzo de Limia ataviados con trajes de la época.

En el pregón manifestó su deseo de que la huella romana en Lugo sirviese para darla a conocer y que era preciso vivir la cultura en todas sus expresiones. Instó a los lucenses y  a la gente que visitó la ciudad a cuidarla y respetarla. Finalizado el pregón, encendió la llama simbólica y pidió a quienes visitaron Lugo que la den a conocer para que cada año sea mayor el número de gente que participe. Entre el público había muchas caras conocidas como el alcalde José López Orozco o concejales como Francisco Fernández Liñares, por ejemplo. No faltó a la fiesta el subdelegado del Gobierno Jesús Otero y, por supuesto, no faltó la edila Rosana Rielo ataviada de época, la cual siguió de cerca todas las actividades. La comitiva se trasladó después a la plaza Ángel Fernández López, donde tuvo lugar la presentación de los personajes que hicieron grande a la ciudad y donde hubo un concierto de arpas. También dijeron que por la ciudad se pudo ver al poeta Horacio.

Sobre las nueve y media de la noche se inició el desfile del séquito romano, alrededor de unos trescientos figurantes debidamente ataviados, por las calles del centro. Salieron de la plaza Mayor y de dirigieron a la plaza de Santa María, donde tuvo lugar uno de los espectáculos que más llama la atención y que más gusta como es la lucha de gladiadores, en las que no faltó ni la arena.

Sobre las diez y media de la noche dio comienzo la cena en la plaza de Santo Domingo, a la que se habían apuntado unas quinientas personas. De hecho podías apuntarte el mismo día. Las invitaciones costaron catorce euros y hubo que recogerlas en el restaurante Porta de Santiago. En la cena se pudo degustar mejillones al vapor, pollo Numídico (condimentado con miel) y una selección de postres: crepes, uvas, sandía y melón. Durante el transcurso de la cena pudieron disfrutar de música de arpas, danza oriental y una lucha de gladiadores (Legend, un equipo de especialistas de una empresa alicantina, se encargó de las recreaciones de lucha y de la exhibición de bigas y cuádrigas). En ese mismo lugar, más tarde, tuvo lugar el concierto  del grupo Cempés. A medianoche fue la quema de la fachada, que se hizo sobre dos plataformas para no dañar el monumento. El espectáculo duró unos siete minutos y se pudo ver desde una distancia de unos veinte o veinticinco metros. Los fuegos fueron como los que se utilizaban en parques temáticos como el Parque Warner o Port Aventura.

A la una de la mañana hubo una carrera de atletas por la muralla y media hora más tarde fue la recreación de una bacanal preparada por Alas, la asociación de la libertad afectiva y sexual de Lugo, para la tercera semana del orgullo lesbigay de la ciudad y que dio comienzo a este espectáculo, el cual contó con un concurso de variedades y drag queens. Los premios para los ganadores fueron de cuatrocientos euros para el primero y una tiara de plata hecha a mano. Después hubo tres premios de cien euros para los siguientes premiados. Ya de madrugada hubo bodas celtas, la venta de esclavos, bailes celtas y para acabar, el concierto del grupo Nómadas.

El último día de fiesta tuvo menos animación. Se notó que la gente estaba cansada después de la intensa jornada del día anterior e incluso hubo menos niños en los juegos romanos. En el mercado artesanal tampoco hubo mucha gente y la aparición de la lluvia restó afluencia a la clausura y a las ceremonias bautismales y de los casamientos que se celebraron en el Campo da Forca. Al final de la tarde se desmontaron los campamentos y a las once de la noche hubo una función de teatro con la que se dio por terminado el día y la fiesta Arde Lucus.

El Gobierno local consideró que ese año la fiesta quedaba consolidada debido a la gran afluencia de público que acudió a disfrutar de todas las actividades y actos de los tres días. El presupuesto de estos festejos, según Carmen Basadre y Rosana Rielo, fue de unos cuarenta y cinco mil euros. Esta fiesta era, según muchos, lo que Lugo necesitaba y que ya muchas de las ciudades de su entorno envidian.