ARDE LUCUS 2016

Ya ha pasado otro año y es que el tiempo no espera a nadie y Arde Lucus tampoco. Como hemos visto los pasados años, la fiesta cada vez crece más y también se vuelve más viajera. Este año la asociación de la Guardia Pretoriana se fue a Italia para promocionar la fiesta lucense y consensuar el Arde Lucus 2017. En Roma se celebraba la prestigiosa fiesta Natale di Roma y allí acudieron seis miembros de la asociación como invitados y, aunque no pudieron quedarse al gran desfile romano que se celebra el día de la fundación de la ciudad hace dos mil setecientos sesenta y nueve años, sí que pudieron disfrutar de los primeros días de la fiesta italiana, de la cual dijeron que no se parecía en nada a la lucense. La fiesta italiana les pareció exigua, ya que la gente no se involucra tanto en la fiesta y tampoco tienen ayudas institucionales como se tienen aquí, por lo que las asociaciones en Roma se lo costean todo por su cuenta. El objetivo del viaje fue el de mantener contactos con grupos locales de recreación historica y, al mismo tiempo, representar a Lugo contándoles cómo era la ciudad, la fiesta y entregándoles folletos donde pudieron ver y obtener más información.

Los miembros de la Guardia Pretoriana mantuvieron contacto con el grupo de historia Romana (Storico Romano), a los que invitaron a venir este año a la edición del Arde Lucus. La asociación lucense volvería a ir a Italia al año siguiente para participar en el gran desfile del Natale di Roma 2017 y de paso conocer y visitar lugares tan emblemáticos como el Circo Romano, el Coliseo o el Foro.

La Guardia Pretoriana también decidió hacer este año el camino Primitivo a Santiago, por lo que la segunda semana del mes de mayo emprendieron el camino. Sin embargo, antes de salir de la ciudad, formaron en la puerta de San Pedro. El colectivo no fue vestido con toda la parafernalia que conlleva su traje de la Guardia Pretoriana, pero sí que fueron vestidos de romanos de a pie. Con esta iniciativa querían poner en valor la ruta Jacobea desde Lugo a Santiago de Compostela. Ellos realizaron el camino en cinco días y cuando entraron en Santiago iban vestidos con su traje al completo: corazas, lanzas, escudos y espadas, lo cual causó una gran expectación, sobre todo entre los numerosos peregrinos y turistas que estaban allí. La presencia de la asociación sirvió como publicidad viviente de la fiesta Arde Lucus. Antes de su regreso les entregaron La Compostelana o el certificado de haber hecho el camino.

El colegio de Educación Especial Santa María también quiso forma parte de todo lo que rodea a la fiesta y se ataviaron con sus mejores galas de romanos para recibir a la concejala de Cultura, Carmen Basadre. A esta celebración que organizaron acudieron como invitados los integrantes del centro San Vicente de Paul, Aspnais y Cogami.  Todos ellos realizaron un desfile en el que estuvieron acompañados por la asociación de la Cohors III Lucensium y la concejala.

La biblioteca Nodal también quiso unirse a la celebración y para eso realizó un taller infantil titulado “Jugando con la Historia”, para niños de cuatro a doce años.  Lo realizaron en la sala multiusos y fue sobre los juegos en la antigua Roma. Asimismo, hubo una muestra, “Acércate a Roma”, que fue una selección de obras literarias sobre costumbres, tradiciones y hechos históricos.

La moneda oficial de este año fue un Áureo, que se realizó en bronce y latón en el año 112 a. C. En el anverso aparecía el busto del emperador Trajano y, en el reverso, la columna de Trajano, coronada con la estatua del emperador. En la base había dos águilas y el tradicional jabalí de la asociación de la Cohors III Lucensium. La moneda simbolizaba la victoria inminente del invulnerable emperador Trajano sobre Decébalo, rey de los Dacios. El Áureo fue acuñado entre los años 98 y 117 d. C. Hubo diez mil piezas disponibles y se pudieron adquirir al precio de dos euros. Con ellas se podían pagar las consumiciones o hacer las compras en los comercios. También se pusieron a la venta la pulsera y el colgante con la moneda a un precio de cinco euros.

El Arde Lucus de este año se celebró en los días 16, 17, 18 y 19 de junio y la lluvia amenazó ya en la primera jornada de la fiesta. Este año arrancó un jueves con la apertura simbólica de las puertas de la ciudad, a cargo de la Guardia Pretoriana, y era la primera vez que se realizaba este acto. Algo más tarde fue la ceremonia del quince aniversario de la fiesta y, aunque seguía haciendo frío, la lluvia dio una pequeña tregua y las asociaciones pudieron hacer su entrada triunfal al fondo de la plaza Mayor.

Más tarde y con motivo de este aniversario se representó una parodia sobre el nacimiento del Arde Lucus a manos de la compañía Achádego Teatro. La representación se realizó en la plaza Mayor, entre las estatuas de los fundadores de Lugo, y fue una pieza teatral en la que, con mucho humor, se contaba cómo nació la fiesta romana. La trama iba de un grupo de amigos que se habían citado para ir juntos a la fiesta y debían ir caracterizados, no disfrazados, de galaicos, pero una parte del grupo aparecieron disfrazados de romanos “pijos”. Al verlos así vestidos se burlaron de ellos gritándoles “menos senadores, más trabajadores”, a lo que los otros respondieron con “esos castreños huelen como los meos” con mofa. La pandilla se empezó a imaginar que había un fortín que estaba delante del Concello, cosa curiosa, ya que así acabó siendo y, de hecho, al tener una ubicación tan privilegiada, siempre fue el más visitado y fotografiado, así como el que lucía un espectacular armamento bélico.

La parodia, junto con los anteriores actos, dieron por inaugurada la fiesta y, aunque el tiempo no fue agradable, la noche se cerró con una cena en la plaza de Santa María, en la que instalaron una carpa debido a la adversa climatología y en la que se intentaron recrear lo que fue un banquete romano, al que llamaron “Convivium”. Esta fue servida por el restaurante Porta Santiago, que les sirvió: una tosta de cebolletas con salsa agridulce de requesón, pasas y piñones; mejillones con puerros y nébeda (de la familia de la menta, ya se utilizaba en el Imperio romano para cocinar y como hierba medicinal para curar problemas de intestino, fiebres y controlar la ansiedad); costillas de cerdo con albaricoque y de postres la tarta Arde Lucus, uvas y melón. En ese mismo lugar y casi al mismo tiempo se representó el musical: Hércules.

Este musical se había estrenado en Mérida en el Festival de Teatro Clásico y había sido un éxito entre el público y la crítica. Fue interpretado por un icono de la canción melódica española de los años setenta, el cantante Pablo Abraira, que regresaba al teatro musical interpretando al gran héroe de la mitología grecolatina. En el musical vemos a un Hércules avejentado que, pasados los años y la fama, se gana la vida actuando en teatros de provincias enmarcado en una troupe circense. Así, mediante números circenses, nos va mostrando las pruebas que la diosa Hera le impuso a Hércules en venganza por ser el hijo bastardo de Zeus. Sin embargo, lo que siempre ha buscado este héroe en realidad es el amor de una mujer inalcanzable. Al fin y al cabo, como en todas las grandes historias, acaba por florecer la auténtica naturaleza de Hércules, que es lo que desea para sí todo ser humano: vivir una vida llena de aventuras sin renunciar a sus valores y buscar lo imposible, la eterna felicidad.

El protagonista del musical, Pablo Abraira, llegó a Lugo un día antes de la representación. Él ya era un veterano en este tipo de interpretaciones, puesto que ya había realizado con anterioridad musicales como: “Lovy”, el primer musical español y a este le siguió “Evita”, donde interpretó el papel del Ché y no podemos olvidarnos de “Jesucristo Super Star”,  espectáculos con los que estuvieron en Broadway. Pablo Abraira estuvo muchas veces actuando en Lugo, pero nunca lo había hecho con un musical. Él se sentía igual de cómodo actuando o interpretando sus canciones, aunque sean dos cosas totalmente diferentes. La ventaja del musical es que estás arropado por tus compañeros, en este caso por Víctor Ullate, el cuerpo de bailarines y el resto de los actores. Como era de esperar, el público lucense disfrutó de un magnífico espectáculo.

En la segunda y tercera jornada de la fiesta se recuperó el buen tiempo y las calles se inundaron de una multitud de gente curiosa por ver todo lo que se les ofrecía. En la Castra ya estaba todo preparado para que las personas que la visitasen pudiesen ver y documentarse sobre cómo vivían los pueblos castreños y romanos. Para ello se incorporaron más actividades y también se prepararon construcciones nuevas.

En la visita se podía ver, por ejemplo, el campamento de Caetra Lucensium, donde se ejercitaban los sentidos con los aceites y las cremas que utilizaban en cosmética. También se mostraron viejos oficios como: la herrería o el taller de acuñación de monedas y el de las armas de gladiadores. Se pudo entrar en un Thermopolium, que recreaba un establecimiento más bien pequeño al que acudía el pueblo y donde se servían comidas calientes, que podían comerse allí o llevarse para casa. Los precios eran bajos y el olor de los productos cocinados alimentaba los sentidos, lo cual contrastaba con el hedor que desprendían las letrinas. Para conseguir ese olor intenso y desagradable, recurrieron a pescado podrido que mantuvieron allí durante semanas.

A pocos metros estuvo Terra Cópora, que a un lado tenía una cabaña celta con cocina, un molino de pan, un torno de alfarería, cerámicas y pieles. Y, al otro lado, estaba el Valetudinarium (buena salud), un edificio romano equivalente a los hospitales de hoy. Se cree que era un lugar de descanso y sanación de los militares y esclavos, aunque estos últimos normalmente se curaban a base de remedios caseros hechos con hierbas medicinales.

Los animales fueron los que mandaron en el campamento de la asociación Lucus Équites. En la entrada se pudieron ver cuatro puercos celtas, bajo una recreación de las puertas de la muralla romana. Los pequeños que vinieron de visita a este campamento pudieron disfrutar dando un paseo en uno de los cinco caballos que tenían o dando una vuelta en una biga.

Uno de los aspectos que destaca a la asociación Clan de Breogán fue la perfección en la reproducción de las armas, en concreto, la espada y el puñal utilizados posiblemente para rituales en el campamento. Estos fueron una réplica de los restos encontrados en el occidente de Asturias. La muestra también recogía reproducciones de torques, de la diadema de Elviña, de las fíbulas (hebilla o broche de hierro, bronce o algún metal precioso que se usaba antiguamente a modo de imperdible para sujetar las prendas de vestir) o los tahalís (pieza de cuero que cruza el pecho y que puede ir sujeta al cinturón o en bandolera y sirve para sostener la vaina de un puñal o de una espada). Este colectivo quiso recrear el mundo castreño tanto en útiles como en todo lo referente a la religión de los druidas. También se expusieron distintos tipos de hierbas medicinales explicando para que servían y cómo se utilizaban.

Saliendo de la Castra se pudo seguir la visita por otros edificios representativos de esta ciudad romana, como puede ser la sede del senado, que este año había incorporado unas vistosas columnas en la entrada. En la parte delantera se encontraba la zona pública en la que los visitantes pudieron ver la recreación de una escribanía realizada por la asociación Senatus Lucus Augusti, en la que se mostraron los instrumentos que utilizaban los romanos para escribir, como las tablillas de cera. También se podía adquirir aquí el salvoconducto para entrar en la ciudad. En la parte de atrás se encontraba la zona privada, donde los senadores y sus amigos harían vida durante los días que durasen los festejos.

Del otro lado de la calle se pudo ver a Trebas Galaicas con un ariete romano a las puertas de su campamento y un guerrero galaico dentro. En el interior había una cabaña y reproducciones de petroglifos de Lugo, Pontevedra y Sarria realizados por los primeros miembros de la asociación y que los niños pudieron calcar, si así lo querían. Hubo también algunos puestos de artesanía y quienes los visitaron pudieron adquirir complementos para la fiesta (torques, espadas…) realizados por ellos para sacar algo de dinero.

Algo más abajo estaba el fortín de los Mercenarios Galaicos. Ellos luchaban para quien más les pagaba, pero eso no les restaba hospitalidad y, por eso, durante estos días de fiesta, abrieron las puertas de su campamento para mostrar a los visitantes el ajuar de sus casas, su tradicional molino o para relatar con nostalgia la época en que cruzaron los Alpes, al lado de Aníbal, un general cartaginés que estaba al mando de un ejército de cincuenta mil hombres, ocho mil caballos y treinta y siete elefantes. Aunque durante muchos años los castreños y los romanos vivieron vidas separadas y, durante otros muchos estuvieron combatiendo entre ellos, en estos días ambas civilizaciones conviven en armonía en la ciudad romana de Lucus Augusti. En este campamento también hubo talleres y actividades para los niños. Además, fueron los encargados de preparar la queimada por la noche.

Algo que se ha podido ir observando era que las asociaciones de recreación histórica de la ciudad se superaban a sí mismas en cada edición de la fiesta, pero no se podía dejar de lado otras actividades, como  la del grupo de teatro Nostrum Cai, que representaron “La vida de Brian” y que también fue interpretada en lenguaje de signos.

Otro de los espectáculos que se realizaron este año por primera vez fue el que ofreció la empresa MBC Servicios audiovisuales. Esta fue una experiencia de realidad aumentada, un sueño en el tiempo en el que los carros romanos se deslizaban por las calzadas y en la que los viandantes pudieron disfrutar de una experiencia interactiva como si estuvieran realmente sumergidos en esa época, en la ciudad de Lucus Augusti. Esta proyección se llevó a cabo en la Ronda de la Muralla, a la altura de la Mosqueira.

Los romanos creían que el fuego estaba íntimamente vinculado con el bienestar de Roma. Por eso debe ser que el Arde Lucus también siempre tiene presente el fuego, como es el espectáculo que se realiza a la medianoche del sábado en las cuestas del parque de Rosalía de Castro: la quema de la muralla. Este año, como novedad, hubo un espectáculo de pirotecnia en la plaza de Santo Domingo y en la calle de la Reina llamado “El carro de Baco”.

El desafío de los Titanes fue otro de los espectáculos que se estrenaban en esta fiesta y se celebró la noche del viernes en la esplanada del Pabellón Municipal de los Deportes. En él se recrearon las aventuras que vivían los titanes y las pruebas a las que les sometían los dioses romanos. Este fue uno de los espectáculos por el que había que pagar dos euros de entrada.

El domingo, como ya es tradicional en la última jornada de la fiesta, tuvo lugar el desfile de los colegios en el que este año desfilaron veinte centros de enseñanza de la ciudad.  Tampoco faltó el acto final que protagonizaban las legiones romanas y las tribus castreñas en el que sellaron la paz hasta el año siguiente. Un poco más tarde se realizó el cierre de puertas de la muralla romana por parte de la Guardia Pretoriana mientras las Vestales preservaban el fuego sagrado hasta el Arde Lucus 2017.

La literatura también formó parte de esta fiesta y era una buena arma para sumergirse en el mundo romano. En la ciudad de Lugo se tuvo la oportunidad de conocer en estos días a dos escritores locales. Una de ellas era Olga Roma, que acababa de publicar “Los hijos del Senador”, una historia situada en Roma, antes de que fuera construida la urbe de Lucus Augusti. La historia está situada en la guerra que enfrentaba a César y Pompeyo. El protagonista, el senador Servilio, es un personaje ficticio que incorpora a una familia romana que existió en la realidad. Él se tuvo que ir a la guerra, pero antes de marchar le encarga a su hijo mayor que cuide de todos y que no se muevan de la villa donde vivían mientras durase la guerra. Desobedeciendo a su padre, vuelve a Roma junto a sus cuatro hermanos y sus cinco madres. En aquel momento Roma era una ciudad insegura y sin gobierno y los hijos del senador descubrirían que las luchas y las intrigas estaban más cerca de lo que creían y que, inevitablemente, terminarían enredándose en sus vidas, lo quisieran o no. Esta era la tercera novela de la autora lucense que se estrenó en el mundo literario con “El jugador de ajedrez”, una historia ambientada en la ciudad de Lugo en la Edad Media y que fue finalista al premio Torrente Ballester.

La otra opción fue el libro de Francisco Narla, recientemente publicado y que llevaba por título “Donde aúllan las colinas”. La obra, que había sido presentada en el Círculo de las Artes de Lugo, nos traslada a la Hispania Romana, más concretamente a los bosques de los montes de Galicia, al cual se desplaza un grupo de hombres de la confianza del César con el objetivo de encontrar oro. Sin embargo, al dar muerte a una loba embarazada, el último macho sobreviviente, un astuto, viejo y enorme lobo les perseguirá en su viaje a Roma para cobrarse venganza y destruir los planes secretos de Julio César. Francisco Narla (1978) es comandante de una línea aérea y escritor. Tenía en su haber varias novelas históricas como: “Los lobos del centeno”, “Assur” o “Ronin”, con la que se consagró como uno de los escritores más versátiles y talentosos de novela histórica de nuestro país.

Este año el Arde Lucus contó con tres testigos de excepción de la pacífica convivencia entre castreños y romanos y que eran Patrimonio de la Humanidad, ya todos saben que la Muralla Romana era uno y este año se le unieron otros dos: el Camino Primitivo y la Catedral.

La alcaldesa, Lara Méndez, recordó que el Ayuntamiento seguía trabajando para presentar la documentación necesaria para conseguir que la fiesta fuese declarada de Interés Turístico Nacional. Esto serviría como reclamo para promocionar la fiesta en el ámbito nacional y también con vistas a proyectarla al exterior. De hecho, el presidente de la asociación española de Fiestas y Recreaciones Históricas, Antonio Madrid, que estaba en Lugo durante la fiesta, dijo que estaba realmente impresionado con la implicación de la ciudad en el desarrollo de la fiesta. Ella también comentó que se habían cumplido los objetivos de la fiesta y se mostró impresionada por el gran trabajo que realizaban las asociaciones, así como la gran implicación de todos los lucenses. Por otra parte, dijo que el Concello estudiaría fijar como festivo local o el viernes o el lunes posterior a la fiesta y que este iría en detrimento del martes de Carnaval, ya que la ciudad vive más el Arde Lucus. Se tendrá en cuenta la opinión de los distintos colectivos para tomar la decisión.

Una de las quejas de este año, como también es clásico, fue la falta de implicación de uno de los colectivos que sale más favorecido de la celebración de la fiesta: la hostelería, pero creo que decir algo más es una pérdida de tiempo. Otra queja que hubo es que algunas actividades se iniciaron con retraso y que es difícil distinguir entre las actividades que se realizan por primera vez y las que ya son un clásico, de tantas que hay.

Las asociaciones que debutaron en esta edición fueron: Clan de Breogán, que se basan en la investigación y en la rigurosidad histórica. Se dedican a la divulgación de la cultura prerromana de la antigua Gallaecia y fomentan los valores históricos y culturales de la provincia. Nació en octubre del año anterior y la integran unas veinte personas. Su campamento se ubicó en la Castra, donde se puede ver reconstrucciones de objetos cotidianos realizadas por sus miembros.

La otra asociación fue Pax Romana, que nació en mayo de este año y que está integrada por unas veinticinco personas. Querían demostrar que la herencia del pasado romano va más allá de lo bélico. Lo que más le interesa a esta asociación cultural es la divulgación y la recreación histórica. Su proyecto inicialmente pequeño va encaminado a difundir las tareas y costumbres que marcaron y definieron la ciudadanía de la época, entre ellas las costumbres sociales, la organización política, las creencias religiosas, la ingeniería, el sistema educativo, el sistema monetario, la salud… Siempre sin olvidarse del ejército, que tanto les dio. Esta idea de divulgar lo cotidiano es la que movió a la A.C.D.R.H. Pax Romana Lucus. Ellos programaron varios talleres para informar sobre diferentes aspectos de la época. Su campamento estuvo en la plaza de la Constitución.

Y de nuevo decimos adiós a otra edición deseando que la del año que viene ya sea de Interés Turístico Nacional y, como bien dijo Virgilio: “Possunt quia posse videntur” (Pueden los que creen que pueden).